miércoles, 1 de agosto de 2012

El vuelo del loco

Yacía sentada frente al vidrio, concentrada en el aire de agosto. Esperaba el picaflor trayendo augurios y suspiros vencidos; ese mismo que todos los años se posaba en la glorieta. Volvía a volar tomaba todo el polen necesario, fuertemente se acercaba al vidrio como si dijera algo y luego un año más.
Yo sabía bien que ese mismo de todos los años, era la fantasía del amor. Que una vez más inquietante y presente me abandonaba.
¿Por que el amor me abandonaba?.
Crianzas añejas, que nada tienen que ver con este tiempo contemporáneo.
Este encierro detrás del vidrio se llama “Paz para los desconsolados”.  Barrio de Palermo, ya son quince los años de convivencia conmigo misma, el vidrio y el picaflor, las visitas ya ni las conozco; y lo que es peor olvide porque me trajeron y mucho menos porque yo decidí quedarme.
Entre velas y sahumerios fui alejándome de Dios. El espíritu no era ni alma, la paz no era ni felicidad, el odio no era dolor, y yo ni siquiera era yo.
Entre almanaques de otros años fui armando el tiempo y el espacio, intercale los meses y las estaciones, prontamente abril y luego si ya se nuevamente agosto.

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